Nuestro Obispo celebró un Servicio Divino en nuestra comunidad el jueves, 24.02.17, al cual también quería acudir nuestro Anciano de Distrito pero fue impedido lamentablemente por su trabajo. El Obispo sirvió con una palabra de Hebreos 10, versículo 23: “Mantengamos firme la profesión de nuestra fe sin fluctuar; porque fiel es el que prometió.” Una palabra con la que nuestro Apóstol Mayor había celebrado un Servicio Divino hace algunos días en Chad en África.
El coro cantó al principio la canción española “Habla, Señor, a mi alma”. El Obispo habló primero sobre ella y agradeció el coro porque habían cantado exactamente aquello que todos deberíamos sentir en un Servicio Divino, la necesidad y el deseo de escuchar el suave y dulce voz del Señor. Existen personas que cuando hablan marcan una gran diferencia en nosotros. Asimismo las mismas palabras pueden, pronunciado de una forma, causar ansiedad y malestar, pero pronunciado de otra forma, con una suave y dulce voz, causan paz, entusiasmo y esperanza. Es así la voz de nuestro Señor que quiere tocar nuestra alma.
El Obispo también se refirió al cántico de entrada “Dios es tan fiel”, que ya había sido elegido, y no por él, hace muchas semanas. Dijo que nadie había sabido la palabra que iba a traer esta tarde. De hecho esta palabra había sido utilizado hace sólo poco días por el Apóstol Mayor y él lo había elegido después para la comunidad de Denia. Sin embargo el cántico y la palabra encajan maravillosamente, “… es fiel aquel que ha prometido algo …”, fiel es nuestro Padre Celestial. Dios siempre cumple su promesa.
Debemos mantenernos firme en la confesión que nos regaló Jesús, aunque en nuestros tiempos no exista mucha razón por tener alguna esperanza. Pero nuestra esperanza no se basa en ninguna promesa humana, sino en lo que Jesús mismo nos prometió, “¡vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo; para que donde yo estoy, vosotros también estéis!” ¡Esta es nuestra esperanza! El Obispo explicó todo a través de una imagen. Un barco que se encuentra en la orilla estará siempre atado, si no, cuando llegan las olas, empezará a “fluctuar” como dice en la palabra. ¡Los que esperan en el Señor, los que creen que Dios es fiel y viven su fe, no fluctuarán, se quedarán firmes!
También llamó a contribuir a nuestro Dirigente de la Comunidad. Siguió con la imagen de este barco. Nos dijo que nos imaginemos que estaría atado con una cuerda muy larga. A lo mejor no desaparecería por completo al mar abierto, pero sí que “fluctuaría” muchísimo. Por eso es importante que uno no sólo esté atado “de alguna manera”, sino “muy cerca a la orilla”; tenemos que estar íntimamente conectado con el altar del Señor, con la Palabra de Dios, para no ser derivados por algún corriente subterráneas, para no ser arrastrado por las olas superficiales.